
Para algunas culturas antiguas del hemisferio norte (hace 3 mil años), el 31 de Octubre marcaba el fin de año y víspera de Año Nuevo.
Suponían que esa noche se abría una puerta entre el pasado y el futuro, y por allí podían regresar a este mundo los espíritus de los antepasados fallecidos. Con tal motivo, en muchas partes del mundo, se revive
actualmente algunos de esos ritos relacionados con
el espiritismo y la brujería dentro de lo que se ha llegado a difundir como costumbres de
halloween.
En nuestra ciudad, la noche del 31 de octubre, fui testigo de una curiosa ceremonia realizada por más de un centenar de jovenes, adultos y hasta niños de alguna agrupación cristiana que separados en seis u ocho grupos distribuídos en nuestra plaza de armas formaban círculos y oraban en voz alta enarbolando una bandera peruana. Así manifestaron su oposición a esta
costumbre alienante y pagana, ajena a nuestra realidad.

En el mismo instante, a pocas cuadras de allí, en la cuadra 3 de jr. Sinchi Rocca se desarrollaba una
Jarana Criolla con guitarra y cajón donde la gente celebraba el día de la canción criolla bailando al ritmo de un valsecito en plena vía pública.