domingo, marzo 13, 2016

Los amores de Vargas Llosa

DONJUANISMO POLÍTICO
Mario Vargas Llosa se enamora ocasionalmente, pero odia permanentemente. Tuvo amoríos con el marxismo, militó en la célula Cahuide del Partido Comunista en San Marcos, que defendía hasta ese momento a Stalin; se encandiló con Fidel Castro e hizo campañas a favor de su revolución; tuvo arrumacos intelectuales con Sartre que hacía apología de Mao Tse Tung en París. Su pasión era extremista.En 1971, el escritor González Viaña le preguntó amigable: "Mario, creo que llegas al Perú en muy buena hora. Aquí se construye una nueva patria. Tú, que regresas, ¿cómo la ves? -Pienso que el Perú está viviendo el momento más importante de su historia republicana. Mi posición no sólo es de identificación, es de entusiasmo con el régimen que hoy gobierna mi patria. Hay un proceso de cambios muy real, y en algunos dominios, profundamente revolucionario. A mí me entusiasmó mucho el discurso de Velasco,  escucharle pronunciar la palabra, hasta hace poco maldita en el Perú, "socialismo" y me halagó muchísimo que junto a ella viniese la palabra "libertario" y "humanista" " (Coaguila, Jorge: "Entrevistas Escogidas", Fondo Editorial Cultura Peruana, Lima, 2004, p.87). Era joven, tenía 35 años, la misma edad de Alan García cuando empezó sus barbaridades gubernamentales, pero mucho más edad que cuando Keiko empezó su vida palaciega.A fines de los setenta sus afecciones habían cambiado. Aborrecía a Castro, a Sartre, a Velasco. Ahora su corazón era liberal, exaltó el nuevo afrodisiaco: el mercado. Se encariñó con Von Hayec, el Mao de los liberales, a quien trajo a Lima en 1979, para expiar su pasado estatista. Hizo política doméstica con fobia contra apristas, comunistas y velasquistas: Perdió. Su derrota la hizo un baúl de rencores titulado "El pez en el agua'', donde el encono no perdonó ni a su padre. 
Su donjuanismo  prosiguió, con el rey Juan Carlos de España, lo ha idolatrado con esmero cortesano, a pesar de la acusación fiscal de corrupción.En el 2000 Julio Villanueva Chang le preguntó: ¿A qué teme del siglo XXI? "Al nacionalismo", contestó; el 2006 votó por el nacionalista Ollanta para evitar el triunfo de "la hija del dictador". Se enamoró del humalismo, hasta el punto de proponer a Nadine como candidata para  el 2021, por "decente". El eros es una pérdida de la razón, también el odio. Aprendamos de Víctor Hugo, otro romántico, que proclamó: "El amor es un ardiente olvido del odio".
aferchang2009@hotmail.com


El affaire Preysler-Vargas Llosa: Zabalita vuelve a las andadas

La ruptura del escritor con Patricia Llosa, directora general de Vargas Llosa S.A. dará paso a una relación con la socialité, que difícilmente aceptará el ritmo de conferencias y causas personales del premio Nobel.

En toda Latinoamérica no se habla de otra cosa. Mario, el Zabalita de Conversación en la Catedral, ha vuelto a las andadas. A sus 79 años y tras celebrar hace poco más de una semana su quincuagésimo aniversario de bodas con su prima-esposa, Patricia Llosa, con toda la familia en Nueva York, el escritor ha salido del armario de la mano de Isabel Preysler, la reina del colorín hispano de las últimas décadas, se podría decir que de toda la Transición. Sonata de invierno. Su insólita presencia al lado de Isabelita en el tradicional evento de Porcelanosa con el Príncipe Carlos causó extrañeza en propios y extraños. Ahora aquel lance se visualiza como la primera expresión pública, el preludio del romance invernal entre la viuda de Miguel Boyer –ex de varios más- y el autor de la memorable Fiesta del Chivo.

Las relaciones de Mario Vargas Llosa con su mujer siempre fueron tormentosas. El escritor escapó más de una vez de casa en brazos de niñas choles para volver más tarde al redil, apagado el fuego de la pasión. La fiel Patricia siempre le acogió de nuevo. En los últimos años, su entrada en la edad provecta parecía haber aplacado su sed de aventuras galantes. Rodeado de hijos y nietos, había alcanzado la serenidad. Falsa impresión. Fiel a su estampa, Mario se ha lanzado en brazos de Isabel para entonar junto a ella un amor crepuscular. Patricia ya tuvo un altercado con la Preysler hace 20 años en las antaño famosas lentejas de Mona Jiménez, donde censuró en público la obsesión de la China por tirar los tejos a los maridos de las demás. Nunca han sido amigas.

Desde Lima, Patricia Llosa pide respeto a su privacidad rodeada de sus deudos y amigos, mientras Mario entona su inesperado adiós. El Nobel no está separado, aseguran desde la capital peruana, en contra de lo que él acaba de manifestar a un reportero de televisión casi en plena calle. De ahí la nota de Patricia: “Hace apenas una semana estuvimos con toda la familia en Nueva York celebrando nuestros 50 años de casados y la entrega del doctorado de la Universidad de Princeton”. La marcha atrás es imposible, porque al escarnio privado se ha sumado el escándalo público. Ya no cabe ni el perdón, ni el olvido.

Las malas o buenas lenguas acusan a Isabel de haber seducido al escritor. Su protética capacidad de hacer sentir a sus hombres el centro del mundo, los reyes del universo, junto a la existencia de una situación financiera desacorde con sus altas necesidades de gasto, convertían al escritor, tan rico como vanidoso, en una perfecta víctima propiciatoria lista para caer atrapada en las redes de la reina araña. En los últimos años los ingresos de Miguel se habían reducido mucho, y otro tanto había ocurrido con los de publicidad de Isabel, consecuencia de su pérdida de gancho para la prensa rosa. El nivel de gastos que la pareja llevaba y que nunca moderaron era, por lo demás, insostenible en el tiempo.

La historia Vargas Llosa-Preysler da para una novela del Nobel y para un intermedio por el que correrán ríos de tinta, no tanto por el glamour de la historia, que también, sino por sus perfiles de culebrón. La brava y orgullosa Patricia no aceptará sin más la nueva afrenta proporcionada porZabalita. Ella era y es todavía la directora general de Vargas Llosa S.A., desde la que ejerce un control absoluto sobre la vida y la hacienda del insigne escritor. Era ella quien ponía, pone, orden en el caos del bohemio, para que él pudiera, pueda, entregarse sin preocupación a la creación literaria.

Sorpresa en las filas del “vargallosismo”

El temor de los amigos de Vargas Llosa es que se produzca una especie de “secuestro fáctico” del novelista. Es inimaginable ver a la Preysler acompañándole en sus interminables cruzadas por el mundo, envuelto en mil batallas ideológicas, recorriendo América Latina para combatir a los Maduro de turno o dictando clases en cualquier universidad extranjera. Contemplar al Nobel encerrado tras las tapias de Villa Meona, entregado al papel couché y al asedio de los paparazzi, rodeado de la augusta prole de la filipina, causa pavor en las alucinadas filas del vargallosismo. Otros interpretan su tocata y fuga como el último ¡hurra!, el canto del cisne de un Don Rigoberto que quiere exprimir hasta el éxtasis las postreras bocanadas de la vida entre las dulces caricias de la incombustible Isabel.

Entre trago y trago, el viejo Bryce Echenique suspira desde las eternas neblinas limeñas: “La cabra tira al monte aunque vaya camino del cementerio”. Quienes saben de verdad la virtual abnegación exhibida y explotada por Isabel durante el viacrucis hacia la eternidad de Boyer, se sonríen entre irónicos y cínicos ante el futuro de la nueva y brillante conquista de Isabelita.

Porque lo de esa “abnegada entrega” de la reina de corazones parece ser más una leyenda que otra cosa. El Miguel enfermo pasaba el día en manos de cuidadores y fisioterapeutas, mientras Isabel, como una estricta madre victoriana, se limitaba a visitarlo por la mañana, a la hora de comer y por la noche. Por eso, los más crueles sostienen hoy en Lima que si Preysler no acompañaba a Boyer en sus sesudas lecturas de física cuántica, quizá escuche ahora arrebolada los cuentos del escribidor, eso sí, con la vista puesta en las exclusivas y en las cuentas corrientes.

lunes, abril 14, 2014

Los moches 'desafían' la supremacía de los incas

Los tesoros preincaicos de la costa norte de Perú se afianzan como la alternativa perfecta a Machu Picchu
Machu Picchu es el máximo atractivo turístico de Perú. Pero quizá pronto un letrero como este cuelgue a la entrada de la ciudadela: "Aforo completo. Visite el norte". El Gobierno está promocionando otros de los muchos destinos del país para evitar la saturación del complejo inca, que hace poco se salvó de entrar en la lista de "patrimonio mundial en peligro" de la Unesco. Una alternativa interesante es la llamada Ruta Moche. Se trata de un recorrido por las regiones norteñas de La Libertad y Lambayeque tras las huellas de los moches o mochicas, un pueblo de pescadores, agricultores, artistas y guerreros que floreció en esta zona de la costa peruana entre el 100 a. C. y el 800 d. C., cientos de años antes que los incas.
El eje vertebrador de esta ruta es la tumba del Señor de Sipán, un gobernante que fue enterrado con toda su corte (jefes guerreros, sacerdotes, esposa, hijos y sirvientes) en una plataforma de adobe formada por varios edificios superpuestos. El complejo fue descubierto en 1987 por un modesto equipo de arqueólogos del Museo Brüning de Lambayeque, que intentaba preservar el sitio del constante saqueo del que era objeto.
Junto con los restos de los personajes se encontraron ricas ofrendas y ajuares mortuorios de oro y plata, por lo que el valor arqueológico del hallazgo ha sido equiparado en importancia con el de Tutankamon. La revista National Geographic dedicó al tema 50 páginas en la edición de octubre del año de su centenario y Newsweek tituló "Hazte a un lado, Tut", en alusión a la famosa tumba del faraón egipcio.

En las paredes de la Huaca de la Luna dejaron grabadas figuras de esclavos, guerreros y deidades de rostro felino
Los tesoros se exhiben en el Museo Tumbas Reales del Señor de Sipán, inaugurado en noviembre de 2002. El edificio, que emulando el diseño de los templos mochicas tiene la forma de una pirámide truncada, se encuentra a 10 minutos en taxi de la ciudad de Chiclayo (750 kilómetros al norte de Lima). La entrada cuesta 10 soles, que equivalen a unos 2,5 euros.
Pero si viene de la capital, antes deberá pasar por Trujillo, una ciudad fundada por los conquistadores españoles en cuyo casco antiguo se conservan antiguas iglesias y casonas coloniales que destacan por la belleza de sus balcones y ventanas de rejas. A 20 minutos del centro está el balneario de Huanchaco, donde todavía los pescadores mantienen la costumbre mochica de internarse mar adentro en los caballitos de totora, balsas hechas de tallos y hojas de totora cuya punta es aguda y curvada hacia arriba, mientras que la parte posterior es más ancha. Algunos las utilizan también para coger olas como si de una tabla se surf se tratase.
En un desvío del trayecto hacia la playa puede visitarse Chan Chan, denominada la ciudad de barro más grande del mundo, que aunque no es un vestigio de los moches sino de los chimúes (una civilización posterior), bien merece la pena conocerse por la decoración en altorrelieve de sus muros, la mayoría de los cuales representan aves y peces.
Muy cerca de Trujillo también, en el pueblo de Moche, están las Huacas del Sol y de la Luna, dos templos piramidales construidos con adobe en el lugar donde debió ubicarse la capital del reino. Actualmente solo está abierta al público la segunda de ellas. En las excavaciones se han encontrado muchas piezas que revelan el dominio que los mochicas tenían de la cerámica, con la que recreaban personajes y escenas de su vida cotidiana. Son famosos, en este sentido, sus huacos retratos y huacos eróticos. En las paredes del recinto dejaron grabadas también figuras de animales, plantas, esclavos, guerreros y dioses de rostro felino, destacando entre estos últimos el temible Aiapaec, conocido como El Degollador.

Recomendaciones para el viajero

Cómo ir. Las aerolíneas Lan, Taca y Starperú ofrecen uno o dos vuelos diarios desde Lima a Trujillo. El trayecto en avión tiene una duración de 45 minutos. En autobús serían unas 10 horas. De Trujillo a Chiclayo el traslado puede ser en avión, con las mismas compañías, o por tierra (cuatro horas).
Dónde dormir. El hotel de la cadena de lujo Libertador ocupa una casona colonial en plena Plaza de Armas de Trujillo. Si prefiere un lugar más apartado, puede hospedarse en el Gran Hotel El Golf, el único cinco estrellas de la ciudad. En Chiclayo, el establecimiento más recomendable es el Costa del Sol.
Dónde comer. A los moches se les atribuye la creación del cebiche, así que si le gusta este plato hecho a base de pescado, habrá llegado al sitio idóneo para probar su versión más tradicional. En general, todos los restaurantes son buenos, pero quizá por su encanto (terraza con vista al mar), el Big Ben de Huanchaco sea el mejor. Ají de gallina (en la foto) y cabrito a la norteña son otros dos platos típicos de la zona muy apreciados.
10-08-2011 07:00

lunes, abril 07, 2014

Los rincones más bellos de Trujillo



En la costa norte del Perú, se alza una de las localidades más emblemáticas del país; conocida con el nombre de "la ciudad de la eterna primavera" es eje importantísimo de la cultura y la economía peruana.
Trujillo se encuentra a 34 metros sobre el nivel del mar, casi rozando el Océano Pacífico y es el corazón de la segunda área metropolitana más poblada, con un estimado de 910.000 habitantes. Su riqueza histórica le ha permitido conservar lugares, tanto coloniales como precolombinos, que harán de su visita una experiencia inolvidable.
De las culturas pre incas se pueden admirar los vestigios arqueológicos de Chan Chan, declarados 'Patrimonio de la Humanidad' por la Unesco en 1986 por ser la mayor ciudad del mundo antiguo construida en adobe. También las Huacas del Sol y de la Luna son imperdibles, ya que fueron los centros administrativos y religiosos de la cultura mochica. Son un complejo arquitectónico consistentes en una pirámide escalonada de 43 metros de altura, unos templos superpuestos a medio kilometro de distancia y un patio de 10.000 metros cuadrados. 

Asimismo, serán interesantes de visitar la Huaca del Arco Iris y el complejo arqueológico El Brujo.

Casa de la Emancipación
Los estilos arquitectónicos se mezclan y se combinan por toda la ciudad, desde la sobriedad de los caserones coloniales hasta la elegancia de los templos neoclásicos, que ofrecen un sinfín de elecciones al viajero. Destacan, en modo especial, la Iglesia de San Agustín, la Casa de la Emancipación, la Casa Ganoza o la Catedral, construida en 1666. Bordeándola se encuentra otro de los atractivos de Trujillo, la Plaza de Armas, con un monumento a la Libertad que recuerda el proceso de independencia del país.
Sus fiestas más señaladas son el Festival de la Primavera y el Concurso Nacional de Marinera, que es el baile por excelencia de la costa de Perú, bailado en parejas, que supone una ofrenda al mestizaje hispano, africano y amerindio.
La armonía y la tranquilidad de Trujillo se pueden admirar también en sus playas o complejos balnearios. Además, existe una amplia oferta para el alojamiento de los turistas como hostales o hoteles de varias gamas, incluso existe la posibilidad del alquiler de departamentos a particulares para adentrarse todavía más en la concordia de esta linda ciudad.
Lyly

miércoles, enero 08, 2014

jueves, junio 13, 2013

martes, junio 11, 2013

Intelectuales notables

19Mié 7 pm.- Ceremonia distinción a 7 escritores liberteños, En Salón Consistorial de la MPT. (Pizarro 418) Ingreso libre